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zalmedina

Tambores Confusos

 

Las tradiciones, como los libros y las piedras de los templos cumplen en muchas ocasiones el intenso papel de servir de observatorio permanente de la vida cotidiana de un pueblo, una comarca ó un país. Los tambores de Alcañiz permanecen consustanciales a la propia esencia de la ciudad. Las túnicas azules se asemejan al cielo de primavera, cuando los olores y esencias del buen tiempo asoman por nuestras casas. Para los alcañizanos, la Semana Santa ocupa el lugar central del año, y nuestro eje anual de vida queda determinado por el principio y fin de la procesión del Sábado Santo. Alcañiz  se diferenciaba de otros municipios de la Ruta del Tambor y Bombo en dos aspectos fundamentales: Cohesión familiar y social e individualismo en el toque del tambor. Muchos de nosotros salimos de casa de nuestra familia con hermanos y primos, y desordenadamente, vamos formando  parte de una gran marea azul que envuelve la Calle Mayor. La magia del tambor estribaba en el poder del individuo al tocar el tambor, huyendo de la masa y de la cantidad, aficiones que se han cultivado en los municipios vecinos.

 

Como dice Darío Vidal, la culpa ha sido de todos y de nadie. La cultura del tambor ha sido un tesoro muy preciado en la ciudad, y la esencia pagana así como la espiritualidad que acompañaba al tambor se han ido dejando en las alacenas de las casas de nuestros abuelos. El tambor se ha convertido en un bien de consumo, tocamos cada vez más para que nos vean los turistas, y cualquier cosa que esté relacionada con el sonido, tiene que pasar el filtro de una escuela de tambores. Se gana en masa, promoción y cantidad, y  se pierde en  individualidad,  perfume de misterio y sonido ronco del toque de nuestros abuelos. Vino, Bodegas, cantos y toques desordenados han sucumbido a la masa, al cubata y al pensamiento único de los nuevos Césares del tambor. Que dios nos pille confesados. So pena que me lapiden en la Plaza de España quiero gritar el Viernes Santo: ¡Viva el individualismo!

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