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zalmedina

Mister Marshall

Mister Marshall

Las fuerzas vivas de los pueblos candidatos a ser almacén nuclear se han reunido en sus respectivos pueblos. Dichas fuerzas vivas ya no son el cura, alcalde y  boticario, como pasaba en la película de Berlanga,  ahora quien decide el destino del municipio son el constructor del pueblo, el asesor del partido político gobernante venido de la capital con coche oficial y el secretario municipal con piso en la ciudad.

Estos individuos sueñan del mismo modo que lo hizo Pepe Isbert en la película Bienvenido Mister Marshall. Gracias al cementerio nuclear podremos levantar una  casa - palacio de cultura, tener  sueldos de liberado, financiar un viaje a Cancún para todo el pueblo, y construir una hilera de chalets adosados americanizados con barbacoa, perro y criado.  Seguro que la empresa me coloca al chico de encargado en el almacén nuclear, le pongo un piso a la niña en la ciudad  para que estudie derecho,  a mí me ascenderán dentro de poco  en el partido, y por fin lograré  mi sueño: Ser Director general.

El candidato destronado de la villa de Madrid, Miguel Sebastián, se ha destacado por ser un individuo sin carácter propio, y se ha sacado de encima el marrón del cementerio nuclear. Al estilo americano, promete carros y carretas al municipio  más enrollado. No niego que seguramente sea necesario construir un almacén nuclear en España, pero lo que tendría que ser una decisión técnica, se ha convertido en un plan E extraordinario con uranio condensado.

La realidad es que el mundo rural se muere poco a poco, y muchos alcaldes rurales quieren exportar el modo de vida urbano a sus municipios y villas. Nadie dijo que la solución a un problema endémico como la despoblación rural  fuera fácil, pero convertir el mundo rural en un almacén y reservorio de energía que nadie quiere tampoco es la solución. Hay que tener dignidad, y no hay que venderse por un puñado de euros.

En Alcañiz tendremos dentro de poco a los americanos de USf1. Serán bienvenidos siempre y cuando no se monten el chalet en La Cartuja y prefieran consumir en el centro comercial abierto antes que hacerlo   en El Corte Inglés de Zaragón.

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