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zalmedina

Paz Verde

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La organización ecologista y  pacifista  Greenpeace ha saltado de nuevo a la palestra  al generar el incidente diplomático el pasado 17 de diciembre siendo detenido el director de Greenpeace España, Juan López de Uralde, cuando desplegaba  una pancarta  en la recepción oficial de la reina de Dinamarca en la cumbre del clima. Tuve ocasión de conocer a López de Uralde en el marco de unas jornadas medioambientales que organizamos en el Maestrazgo, a las cuales asistió como ponente. El director de Greenpeace es un tipo cercano, cabal y comprometido con el futuro del planeta y acepta como herramienta de trabajo  la persuasión y  militancia activa en favor de la biodiversidad.  Aunque afortunadamente los miembros de Greenpeace han salido ya de la cárcel, muchos de nosotros no entendemos  por qué se le está tratando en Dinamarca como un preso de guerra. Precisamente Greenpeace ha puesto de relieve el fracaso estrepitoso de la cumbre que en teoría iba a ser el foro  que sucediera a Kioto en la estrategia global contra el cambio climático.

El fracaso  de la cumbre de Copenhague se produce fundamentalmente por las normas arcaicas de los procesos administrativos de las Naciones Unidas. No se puede ratificar nada sin que se cumplan los requisitos fundamentales de la ONU: Agenda y consenso. Tras un arduo debate no se ha podido realizar un consenso mínimo entre los países miembros, y la excesiva burocracia administrativa y diplomática no ha dejado margen para introducir en la agenda nuevos aspectos a diferencia de la cumbre de Bali de 2007 en   dónde se pusieron de acuerdo como negociar el futuro post-Kioto y del mismo modo, se introdujeron nuevas bases de negociación en la agenda de trabajo.

Greenpeace ha venido a insuflar emoción, militancia y racionalidad al tremendo fregado administrativo  de estas cumbres del clima. Me pregunto que hubiera sido del planeta si esta organización no hubiera dado la tabarra a los políticos con campañas potentes e imaginativas  para que cambiaran su política medioambiental. Aunque los servicios secretos franceses les hundan los barcos y se trate a sus militantes como enemigos de guerra, muchos de nosotros les seguimos apoyando, ya que entiendo que ahora mas que nunca hay que ser activo en favor del futuro de la biodiversidad que en definitiva es el futuro de todos nosotros.

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